miércoles, 6 de octubre de 2010

2.1.3 La Educación en Valores

Educar en valores. www.xtec.cat/~cciscart/annexos/marina.htm

La trasmisión de valores morales ha sido una preocupación constante de todas las culturas, porque eran los encargados de asegurar la supervivencia y el bienestar de las comunidades. Una larga historia de equívocos y malentendidos es la responsable de que en este momento nuestra cultura valore más la formación intelectual que la educación afectiva o moral. Hasta hace muy poco tiempo, hablar de "educación moral" era una redundancia tan absurda como decir "hielo frío" o "agua húmeda". Pero en los dos últimos siglos las cosas han cambiado, y ya a finales del XIX se vio la necesidad de implantar una educación moral, con el objetivo de transmitir más eficazmente los valores cívicos, como contrapeso a la cultura técnica y materialista. Se crearon entonces asociaciones para promoverla, como la Liga para la Instrucción Moral, fundada en Inglaterra en 1897.
En la actualidad, se habla mucho de educación en valores. Pero menos sobre lo que sean los valores y su justificación. Hablo con muchos profesores de la secundaria y es fácil percibir en ellos un escepticismo generalizado acerca de la posibilidad de elaborar una ética universal. Sospecho que lo que se ha pretendido con el título "educación en valores" es, precisamente, evitar hablar de "educación ética". Y me temo que muchos profesores pretenden enseñar valores sin ética. De hecho, los programas de estas enseñanzas más populares (por ejemplo, el de Kohlberg) acaban en un relativismo más o menos disfrazado. Una visión crítica de las propuestas actuales puede verse en el libro de María Victoria Gordillo, titulado "Desarrollo Moral y Educación".
Lo máximo que se acepta es una moral cultural propia de nuestra sociedad. La tolerancia se ha convertido frecuentemente en una equiparación de todas las opiniones y creencias. Estas ideas, muy posmodernas y muy de pensamiento débil, van a privar de contenido, entusiasmo y eficacia, a toda al educación en valores prevista en nuestros planes de estudio.
No es un problema exclusivamente nuestro, sino de toda nuestra área cultural. Pondré solo dos ejemplos. El año pasado, Juan Carlos Tedesco, director del Bureau de l'Educaction de la UNESCO, publicó "El nuevo pacto educativo" (Anaya), donde decía que la crisis actual de la educación es distinta de las crisis pasadas, y más grave, porque ahora no sabemos lo que tenemos que enseñar, quien tiene que enseñarlo, que se puede exigir y si hay algún valor que pueda transmitirse. En otro libro recientemente publicado, "Profesorado, cultura y modernidad", de Andy Hargreaves, el autor, un experto en sociología de la educación sostiene que una de las principales dificultades de los profesores es que tiene que enseñar en un tiempo que vive "el final de las certezas". Esta situación de crisis reconocida nos obliga a no contentarnos con piadosas consideraciones sobre lo importante que es una educación en valores, sino que tengamos que hacer un serio esfuerzo de fundamentación.
Hay dos maneras de hablar sobre educación en valores. Una de ellas da por supuesto que el contenido de los valores no ofrece ninguna dificultad. Todos sabemos que la solidaridad, la tolerancia, el amor y la amistad son buenos, y que la violencia, la envidia, la crueldad y la mentira son malas. La misma Constitución nos impone un conjunto de valores que se compromete a defender y que son algo más que una declaración de ideales. Son las metas efectivas a conseguir por los ciudadanos: "Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en el que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulte su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social" . El fundamente de estos valores, se nos recuerda, está en la dignidad de la persona: "La dignidad de la persona. los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son el fundamento del orden político y de la paz social". Parece, pues, que el asunto no presenta ningún problema teórico y que la única dificultad es de tipo pedagógico. ¿Cómo podemos enseñar estas conductas?, ¿Cómo podemos hacer que los valores se defiendan, realicen o respeten?.
Estas preguntas pueden responderse de dos maneras. Una de ellas es psicológica y otra jurídica. Los psicólogos de la educación en valores nos dirán que hay que dotar al niño de las destrezas necesarias para resolver los problemas personales y sociales que obstaculizan las conductas adecuadas. Defienden que la solución está en una pedagogía de las actitudes, en un educación emocional. Como ejemplo mencionaré los resultados de un proyecto de cinco años financiados por la W.T. Grant Foundation. Los investigadores llegaron a la conclusión de que los elementos que debería cuidar una educación afectiva son los siguientes:
Habilidades emocionales: Identificar y etiquetar los sentimientos, expresarlos, evaluar su intensidad, manejarlos, aplazar la gratificación, controlar los impulsos, reducir el estrés, conocer la diferencia entre sentimientos y acciones.
Habilidades cognitivas: Hablarse a uno mismo, conduciendo un diálogo interior como método para enfrentarse con un asunto o un reto, y para reforzar la propia conducta. Leer e interpretar las claves sociales; por ejemplo, reconocer las influencias sociales en la conducta y verse a uno mismo en la perspectiva de una comunidad. Usar métodos para resolver problemas y tomar decisiones, controlando impulsos, proponiéndose metas, identificando acciones alternativas, anticipando consecuencias. Comprender las perspectivas de los demás. Entender las normas conductuales (la conducta que es aceptable y la que no ). Adoptar una actitud positiva ante al vida. Educar la autoconciencia, por ejemplo, desarrollando expectativas realistas acerca de uno mismo.
Habilidades conductuales: Comunicación no verbal: a través de contacto ocular, expresiones faciales, tono de voz, etc. Comunicación verbal: hacer preguntas claras, responder efectivamente a las críticas, resistir las influencias negativas, escuchar a los otros, ayudarles, participar en grupos de personas positivas. (W.T. Grant Consortiun on the School-Based promotion of Social Competence, "Drug an Alcohol Prevention Curricula", en J. David Hawkins et al. Communities That Care, (San Francisco: Jossy-Bass, 1992).
Según este enfoque, lo importante es proporcionar al sujeto capacidades psicológicas para enfrentarse con los problemas, las soluciones conflictivas y para realizarse personalmente. Muchas escuelas psicológicas o psicoterapéuticas que ponen el énfasis en la autorrealización (Fromm, Rogers, May, Maslow, etc.) consideran que una vez conseguida una personalidad creadora, su propio dinamismo conducirá a la realización de los valores debidos.
La segunda tendencia la he llamado jurídica. Considera que lo importante es cumplir el deber. Que no se trata de sintonizar psicológicamente con un valor, sino de tener la firma decisión de cumplir con las obligaciones. Considera que el énfasis en los antecedentes subjetivos, en el aprendizaje de destrezas, supone en el fondo una desconfianza en la existencia de deberes o una desconfianza en la capacidad del ser humano para tomar decisiones voluntarias. En todo caso, lo que había que enseñar a los niños son dos únicas máximas de conducta: "El deber es el deber". "Los deberes hay que cumplirlos". Cualquier análisis psicológico resquebraja la rotundidad de estos preceptos. Bergson en su obra "Las dos fuentes de la moral y de la religión" describe agudamente este funcionamiento de las normas, que es el que tradicionalmente han impuesto las sociedades a lo largo de la historia.
Estamos, pues, ante un interesante problema. ¿Basta la presión social, la apelación del deber, para resolver los problemas de conducta? Al insistir en la capacitación psicológica ¿no estaremos admitiendo implícitamente que nuestra capacidad de decidir es débil o inexistente? ¿No pretendemos forzosamente que elegir entre una llamada al deber, que nos convierte en voluntades todopoderosas, y una comprensión psicológica, que acaba por excusarlo todo?
Sin resolver estos problemas no podemos decir nada sensato acerca de la educación en valores. Si tuviera razón la teoría jurídica, al poner el énfasis en un educación afectiva estaríamos alejándonos de nuestra meta en vez de facilitándola, ya que al psicologizar las decisiones fomentaríamos de paso las justificaciones dolosas, las declaraciones de impotencia, el descrédito del comportamiento voluntario. El asunto me parece de tal gravedad que voy a plantearlo respecto de dos ejemplos muy actuales:
El primero de ellos es la educación para la tolerancia. Es uno de los temas que están incluidos en las enseñanza transversales Los programas que hay para fomentar la tolerancia intentan crear hábitos apropiados, enseñando a detectar y a combatir el racismo, favoreciendo cambios emocionales, fomentando una identidad basada en la tolerancia, y en especial educando para la colaboración dentro del aula. Todo ello parecería bien, sin duda, al defensor de la teoría jurídica, que, sin embargo haría una crítica severa de los presupuestos del método. El concepto de tolerancia que hay por debajo, nos diría es inadmisible. No hay nada que "tolerar". Lo que hay que hacer es cumplir los deberes hacia los demás, respetar sus derechos y punto. La misma palabra tolerancia está equivocando las cosas. ¿Qué es lo que tengo que tolerar? ¿Lo malo? No. ¿Lo bueno? tampoco. ¿Los derechos ajenos? menos aún. La crítica del jurista continuaría diciéndonos que si todo lo reducimos al aprendizaje de habilidades psicológicas, también habría que educar para respetar la propiedad ajena, la naturaleza, la información, para ser educado en casa, para no dejarse llevar por la violencia, para no ser imputual, (que le atribuyan algún delito) etc. etc. Si cada una de esas situaciones exigen una adecuada educación afectiva siempre estaríamos en precario, porque tal vez hubiera un problema para el que nos hubiéramos proporcionado las destrezas psicológicas adecuadas. Y cualquiera podría aducir que no las había aprendido. La única educación ha de ser de tipo muy general: los deberes están para cumplirlos, diría el jurista.
El segundo tema son las drogadicciones. Según Bickman hay cuatro modelos de interpretar la situación adictiva. Cada uno de ellos exigiría un tipo distinto de educación preventiva.
1.- Modelo moral: se supone a la persona responsable tanto en la iniciación del problema como de su resolución. La adicción es considerada un signo de debilidad de carácter y a los adictos se les urge a ejercer una mayor fuerza de voluntad para superar sus faltas. Aunque este modelo encuentra hoy poco apoyo en la literatura científica sobre las adicciones, ha sido en momentos no lejanos el enfoque dominante.
2.- Modelo de esclarecimiento: se entiende que la persona es responsable del desarrollo de la adicción, pero se la considera incapaz de cambiar sin ayuda de una fuerza superior. El cambio solamente es posible si el control personal se delega en un poder o entidad colectiva superior, como la que puede representar los diversos grupos de autoayuda.
3.- El modelo médico surgió como alternativa a la orientación culpabilizante de la víctima, común a los dos modelos anteriores. Pese a sus ventajas (las personas pueden buscar ayuda sin sentirse culpables) presenta problemas. En concreto, este modelo no puede dar razón de los rasgos comunes en las adicciones. Además, puesto que se sugiere que los individuos no son responsables del cambio de su conducta, queda sin explicar cómo y por qué muchas personas pueden superar su adicción sin tratamiento profesional, o por qué los drogodependientes pueden beneficiarse de un amplia gama de orientaciones terapéuticas diferentes.
4.- Modelo compensatorio. A los individuos no se les considera responsables del desarrollo inicial del problema, puesto que su etiología implica factores biológicos y de aprendizaje que en cierto modo escapan a su control, pero se les supone capaces de compensar la adicción tomando un papel activo en el proceso de cambio.
El debate anterior puede repetirse aquí. Si la propensión a las drogadicciones se considera demasiado fuerte, hasta el punto de que la prevención tiene que dedicarse a mejorar las capacidades subjetivas, siempre dejamos la puerta abierta a una justificación también psicológica: yo no puedo evitarlo. Si únicamente atendemos al acto de decisión de quien elige tomar drogas, tal vez estemos olvidando injustamente el poder de los antecedentes, pensando que el acto de voluntad es un acto absoluto, desligado de todo, fruto de una libertad total.
En resumen, mal si enfatizamos solo los antecedentes psicológicos, mal si apelamos a la libertad y a la voluntad. Aquella postura puede diluir la capacidad del ser humano para tomar decisiones. Esta, puede hablar de la voluntad como un poder absoluto y real. La polémica se ha dado a lo largo de la historia de la filosofía. Ha habido una ética de las virtudes, que pretendía alcanzar un buen carácter moral, y que daba gran importancia a los componentes psicológicas del sujeto moral. Y ha habido una ética del deber, que solo tenía en cuenta la propia decisión. Aristóteles y Kant serían egregios representantes de cada una de estas tendencias.
¿Hay algún camino para salir de este callejón? Para averiguarlo vamos a empezar por el principio, asistiendo al origen de los valores y, también, al nacimiento de la voluntad. Así llegaremos a la consecuencia de que la educación en valores, lo que podríamos también llamar educación afectiva, tiene que darse en tres niveles: educación sentimental, educación motivaciones y educación ética. La noción central del primer nivel es carácter. La del segundo, voluntad. La del tercero, dignidad.
La educación sentimental.
Es el origen de los valores hay un acto de evaluación. Apreciamos o despreciamos una cosa, un comportamiento, una persona. No vivimos en un mundo de conocimientos puros sino de atracciones y repulsiones. Cuando el niño nace está acuciado por necesidades que tiene que satisfacer, sin saber como hacerlo. Afortunadamente tiene unos sensores de dirección, unas experiencias evaluativas, que le van a permitir orientar su comportamiento. Estos sensores de dirección son tres: (1) las sensaciones de placer y dolor, (2) los deseos y las actividades consumatorias, (3) los sentimientos. Gracias a estas experiencias la realidad se nos presenta dotada de cualidades positivas o negativas, atrayentes o aversivas. Los seres se vuelven acogedores o peligrosos, divertidos o aburridos, amistosos u hostiles. Estas cualidades son lo que llamamos valores. Se nos dan en las experiencias que he descrito. Por eso, el máximo representante de la filosofía de los valores, Max Scheler, dijo que captábamos los valores mediante los sentimientos. Esto tiene una parte importante de la verdad, lo que bastó para convencernos de la necesidad de una educación sentimental que nos ponga en buenas condiciones para captar los valores. La textura subjetiva de una persona envidiosa va a incapacitarla para captar la generosidad ajena, en la que siempre verá una acción malévola y ofensiva. Unos de los problemas que dificultan la rehabilitación de muchos drogadictos es su absoluta falta de autoestima. Desean reventar de una vez. Y esta actitud convierte en vacías todas las advertencias sobre los peligros de las drogas.
La primera finalidad de la educación afectiva es ayudar a formar un talante básico adecuado para captar los valores debidos, es decir, aquellos que nos van a facilitar la tarea de llevar una vida feliz y digna. Hace muchos siglos, Aristóteles dijo que la finalidad de la educación era enseñar a alegrarse con lo conveniente. El Progreso de la humanidad ha consistido, sobre todo, en ir creando nuevos sentimientos que nos han permitido captar nuevos valores. Norbert Elías ha estudiado el proceso de mitigación de la crueldad. En los últimos siglos ha cambiado nuestra sensibilidad hacia la esclavitud, hacia los niños, hacia las mujeres, hacia la naturaleza. Basten estos ejemplos.
Estas variaciones son posibles porque nuestros deseos y necesidades son abiertos. Lo que tradicionalmente se ha llamado felicidad es una inagotable aspiración del ser humano. Una meta inevitable, indefinida y poderosa. Necesitamos, por ejemplo, ser queridos. A la vista está que es una necesidad sin límites precisos. Tenemos necesidad de autoafirmación, de juego, de relacionarnos con otros seres, pero más que un hueco que llenar estas necesidades son un dirección que seguir. Mediante las anticipaciones, proyecciones, invenciones de la inteligencia, nos seducimos a nosotros mismos desde lejos, con planes remotos y magníficos. Antes me referí a Bergson y a las dos fuentes de la moral que creyó descubrir. Una era, ya lo ha dicho, la presión social. La otra tiene que ver con lo que estoy explicando. Bergson decía que hay grandes creadores morales que descubren valores nuevos y los proponen al resto de la gente, que acaban por sentirse atraídos por el vigor de esa nueva visión. "De un modo u otro -escribe-, siempre hará falta volver a la concepción de los creadores morales, que se representan por el pensamiento una nueva atmósfera social, un medio en el cual se vivirá mejor, quiero decir, una sociedad tal que si los hombres llegaran a tener la experiencia de vivir en ella, ya no querrían volver a su estado anterior. Sólo así se definirá el progreso moral, pero no se le puede definir más que una cumplido, cuando una naturaleza moral privilegiada ha creado un sentimiento nuevo, similar a una música, y lo ha comunicado a los hombres, imprimiéndole su propio impulso". ("Las dos fuentes de la moral y de la religión"; Taurus, 1996, p.97).
El ser humano se diferencia del animal por su capacidad de perfeccionarse, "facultad que, con ayuda de las circunstancias, desarrolla sucesivamente todas las demás, y reside en nosotros tanto en la especie como en el individuo". En el "Emilio", desarrolló una pedagogía de la piedad. La inteligencia puede evaluar los sentimientos, descubrir sus excesos, contradicciones, malas consecuencias y, de esta manera, alcanzar una ampliación pensada de los valores embrionariamente sentidos.
Una vez justificados los valores -por ejemplo, la igualdad racial. deberíamos desarrollar los sentimientos necesarios para poder vivir lo que previamente habíamos sido sólo capaces de pensar. Este sería el lugar de la educación en valores que he mencionado antes.
Pero, una vez más, confiar en la plasticidad y educabilidad de los sentimientos puede ser excesivo. También hay que educar para ser capaces de guiar la propia conducta por valores pensados, incluso en ausencia de los sentimiento correspondientes. Ser valiente no consiste en no tener miedo, sino en no ceder a él en determinadas circunstancias. Esto nos exige saltar al segundo nivel de la educación en valores.
El educador debe también fomentar en el alumno el sentimiento de la propia eficacia. Cuando el niño esté en condiciones de comprenderlo, conviene explicarle que la personalidad de cada uno de nosotros se va construyendo de acuerdo con un proyecto elegido, y que el proyecto mas fundamental es el de convertirnos en personas libres. Y que es un proyecto muy difícil. Nada ha hecho más daño a nuestra compresión de la conducta humana que definir la libertad como espontaneidad. La libertad consiste en no dejarse arrastrar por las inclinaciones emocionales, sino obedecer a la propia razón. Sin embargo, todos sabemos que la razón tiene poca fuerza para dirigir el comportamiento. hay un vacío difícil de salvar entre ella y el deseo. Para resolver el problema, Kant apela a un sentimiento muy particular: el respeto a la ley. Lo que resulta más interesante de su formulación es que relaciona este sentimiento, al parecer implica sumisión, son aspectos muy altaneros y rebeldes de nuestro comportamiento. El respeto a la ley no es otra cosa que el respeto a uno mismo, puesto que la propia razón es la promulgadora de la Ley. Es una variante de la propia estimación. Solo secundariamente, como mera conciencia de la ley, aparece el sentido del deber. De esta manera, el respeto, que es un sentimiento aparentemente pasivo, se convierte en enérgica y activa admiración hacia lo más valioso que hay en cada hombre: la libertad. En la historia de nuestra lengua, "respeto" significa siempre "actitud ante el mérito, la autoridad, la dignidad".
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La educación en valores es sencillamente educar moralmente porque los valores enseñan al individuo a comportarse como hombre, a establecer jerarquías entre las cosas, a través de ellos llegan a la convicción de que algo importa o no importa, tiene por objetivo lograr nuevas formas de entender la vida, de construir la historia personal y colectiva, también se promueve el respeto a todos los valores y opciones.
Educar en valores es también educar al alumnado para que se oriente y sepa el valor real de las cosas; las personas implicadas creen que la vida tiene un sentido, reconocen y respetan la dignidad de todos los seres.
Los valores pueden ser realizados, descubiertos e incorporados por el ser humano, por ello reside su importancia pedagógica, esta incorporación, realización, descubrimiento son tres pilares básicos de toda tarea educativa; necesitan la participación de toda la comunidad educativa en forma coherente y efectiva.
Es un trabajo sistemático a través del cual y mediante actuaciones y prácticas en nuestro centro se pueden desarrollar aquellos valores que están explícitos en nuestra constitución como base para cualquier tipo de educación en valores.
Una vez que los alumnos interioricen los valores, éstas se convierten en guías y pautas de conducta, son asimilados libremente y nos permiten definir los objetivos de vida que tenemos, nos ayuda a aceptarnos y estimarnos como somos, la escuela debe ayudar a construir criterios para tomar decisiones correctas y orientar nuestra vida, estas tomas de decisiones se da cuando nos enfrentamos a un conflicto de valores, otro de los objetivos de esta educación es ayudar al alumno en el proceso de desarrollo y adquisición de las capacidades para sentir, pensar y actuar; como vemos tan solo no es una educación que busque integrarse en la comunidad sino que va mas allá busca la autonomía, la capacidad crítica para tomar decisiones en un conflicto ético.



MODELOS DE EDUCACIÓN MORAL
Estos tipos de modelos nacen por las interrogantes que se presentan por ejemplo el tema de la génesis de la moral. Entonces la formación de los sujetos no es única y surgen algunos modelos:

A. Modelos de transmisión de valores absolutos.- Comparten una idea heterónoma de la moral, es decir, una transmisión de valores inmodificables, válidos en cualquier situación, como impuestos, sin poder de elección de otra posibilidad. El individuo pierde autonomía.
B. Modelos de autoconocimiento y autenticidad moral.- Sucede cuando la educación moral tomada en este sentido se identifica con una concepción relativista de los valores, los valores absolutos entran en crisis, cada persona posee una escala de valores que le permite tomar decisiones.
C. Modelos de desarrollo de juicio moral.- Niegan la existencia de valores absolutos que deban transmitirse de generación a generación, pero tampoco comparte la creencia de que los conflictos morales únicamente puede solucionarse atendiendo a preferencias subjetivas, para ellos el papel de la educación debe centrarse en el desarrollo del juicio moral.
D. Modelos de socialización.- Considera la educación moral como socialización en tanto que pretenden insertar a los individuos en la colectividad a la que pertenecen, la sociedad es concebida como bien supremo del cual emana la moralidad, a las cuales todas las personas deben someterse aceptando las normas y valores que posibilitan y conforman la vida en sociedad.
E. Modelos de adquisición de hábitos morales.- Para este modelo una persona se considerará moral si su conducta la virtuosa, es decir, si realiza actos virtuosos y, además, los realiza de forma habitual y constante.
F. Modelos de la construcción de la personalidad moral.- Parte de la idea de que la moral no es algo adquirido a priori sino que se entiende como un producto cultural cuya creación depende de cada individuo y del conjunto de todos ellos.




RIESGOS DE LA EDUCACIÓN EN VALORES
· Convertirse en moda; quiere decir que se tome como algo pasajero y no para toda la vida.
· Incongruencia entre el decir y el hacer; cuando un profesor explica correctamente los valores y en la práctica no lo hace patente y realiza lo contrario.
· Intelectualización de los valores. La enseñanza no debe quedarse en el papel sino hay que conocerlos para vivirlo y ponerlo en práctica.
· Entorno adverso y contradictorio. Algunas veces lo que propone la escuela no guarda relación con la realidad que se vive en las familias y en los medios de información, esto puede provocar en la persona un sentimiento de frustración.

REFLEXIÓN NECESARIA
La preadolescencia es la etapa clave para la educación en valores, para asimilarlos y vivirlos y es la acción tutorialun elemento importante en la transmisión de valores para ayudarles a saber qué hacer con su vida y optar por el camino correcto. Ésta acción tutorial no se da como lecciones magistrales sino que deben informar toda la vida del aula, los valores subyacen en los temas transversales propuestos.
Es inevitable que en esta etapa de globalización se produzcan conflictos de valores por la preponderancia de las máquinas ante los hombres, en este mundo es importante reconstruir los valores culturales locales para luego construir los valores globales, esta relación constituye el esquema conceptual para el área de enseñanza de valores, como se ve es estructurado, coherente y adecuado a los tiempos (currículo).
Otro de los problemas que es notorio es que a los educadores parece faltarle el discurso para expresar sus ideas sobre valores, porque como sabemos los valores se encuentran en todas las áreas curriculares y no se considera necesario ocuparse de ella en una disciplina especifica, es decir, existe un inadecuado conocimiento teórico del tema. En nuestra sociedad como se puede ver hay una tendencia al vacío moral.
Podemos terminar este capitulo diciendo que educar en valores no es enseñarle a alguien algo que no sabía sino crear condiciones para hacer de esa persona, alguien que no existía.


2.2.1.- METODOLOGÍAS DE TRABAJO.-
Antes que iniciemos la reflexión sobre el uso y valor de metodologías de trabajo debemos tener presente dos elementos básicos para que esto se lleve a cabo: La existencia de profesores capacitados y la motivación de los profesores y alumnos, los cuales deben ser cuidados siempre.
La descripción de las metodologías se clasifican en tres:
1.- METODOLOGÍA QUE INVOLUCRAN A LAS FAMILIAS EN FORMA COORDINADA CON LA DIRECCION DE LA ESCUELA.- Se plantea lo siguiente dentro de esta estrategia: Comunicar a los padres lo que el colegio intenta hacer para enseñar virtudes y que espera de ellos. El Director debe convocar a una reunión ampliada por grupos de cursos. En el fundamento del plan se aclara cual es el papel de los padres y del colegio y sobre la transmisión de valores que virtudes el colegio pretende desarrollar y las metodologías que se emplearán. Se trabaja en virtud por mes y se elabora una actividad ad-hoc para los padres, habrá un profesor coordinador que entregará el material sobre la virtud del mes, dándole las pautas de dirección. Al mes siguiente se reúnen los padres y coordinador y cuentan sus experiencias.
A. ESCUELA DE PADRES.- Se trata de una charla donde un expositor dirige la participación de los padres en turno a la responsabilidad de ellos como formadores de sus hijos en las cuales involucran: Tareas compartidas padres-hijos donde se manifiesta la sensibilización orientados a determinados valores o virtudes. Ejemplo: Que virtud observan en algunos personajes de las teleseries o la de leer un libro o cuento y comentarlo.
B. APORTES DE LOS PADRES A LAS ACTIVIDADES DESARROLLADAS EN EL COLEGIO.- Esto se hace de manera formal a través de reuniones de los coordinadores de grupos de padres con algún profesor asignado para recoger la retroalimentación positiva de los padres.
2.- METODOLOGIAS QUE INVOLUCRAN EL "ETHOS" DE LA ESCUELA.- La escuela como comunidad de virtud o virtud en acción, se refiere a que el ambiente en el colegio debe ser propicio y consistente con los objetivos éticos y morales del colegio, es decir, el ambiente de la escuela se proyecta en los alumnos así como el hogar permea a todos sus miembros. Para que la escuela tenga un buen "ethos" es que se proyecte mas allá de la educación en valores, debe haber profesores motivados, con capacidad de ser modelos de virtudes y moral. Es por ello que enunciamos lo siguiente: El Profesor como modelo y mentor moral , su comportamiento del profesor es importante, es el centro de gravedad que mantendrá presente por largos años en la mente de sus alumnos:
a. Lograr que el alumno se sienta respetado y seguro de expresar sus ideas sin temor a ser ridiculizados.
b. El profesor debe reforzar la autoestima del alumno.
c. El tema de éxito y la autoestima del alumno van ligados con la responsabilidad, los profesores por su parte deben mostrarles cariño, cuidado y preocupación.
d. Debe existir la consistencia en el aprender que lograr notas altas.
e. El respeto es también fundamental es mantener una actitud positiva ante consultas y respuestas de los alumnos, en donde debe lograrse respuestas que afirmen al alumno y que no lo humillen por un posible error.
f. Debe existir balance entre disciplina y libertad, obediencia y autoestima.


3.- METODOLOGIAS PARA APLICAR EN CLASE.-
a. ESTRATEGIAS DE SENSIBILIDAD Y EMPATIA: Esto significa reflexionar en una escala de valores actuales y en un concepto asociado a las virtudes. El entender valores abstractos requiere de una capacidad de pensamiento que no está presente en los niños pequeños, esto se debe tener presente para planificar las actividades. A parte de ello sensibilizar al niño sobre su escala de valores lo ayudará a conocerse mejor y a poner en juicio sus preferencias de valores a través de un análisis explícito. Para analizarlo mejor veremos el siguiente ejemplo: El significado de la palabra "valentía", promover el significado de valentía, dándole a escoger distintas situaciones que aparentemente significa valentía. Otra escala de valores se refiere a cuales son las personas más importantes para los alumnos.
b. SENSIBILIZACION DE LO QUE ES LA PRESION DE LOS PARES: Estas pueden ser presiones Explícitas e Implícitas. Explícita, por ejemplo, lo inducen a hacer las cosas negativas. Implícita, cuando el niño se viste diferente y los marginan. Las actividades que se van a llevar a cabo son que los profesores dan una introducción al significado de presión de pares, es decir dándose la debida orientación en las situaciones mas frecuentes que los niños enfrentan en su vida diaria. Se debe incentivar a los alumnos mediante cuestionarios que adopten criterios ante situaciones negativas para que de esta manera se trate de combatir el origen de los problemas.
c. SENSIBILIZACION DE LO QUE ES LA PRESION DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN: Se trata de enseñar a los niños a identificar la "manipulación" que ejercen los medios de comunicación sobre los valores de las personas, con estas bases se permitirá que el niño mas adelante pueda defenderse de las presiones negativas, es decir, se orienta a los niños que en una teleserie identifiquen vicios y virtudes, los niños más pequeños pueden analizar en un dibujo animado que personaje presentan valores y modelos positivos.
d. COMPARACIONES: Luego de que los niños expresen su opinión sobre temas conflictivos se les pide que comparen sus respuestas con otros alumnos, la idea de esta actividad es que los alumnos logren estar concientes de los sentimientos o ideas de otros promoviendo la empatía en ellos.
LOS VALORES EN EL CURRÍCULO.-
La escuela es un agente socializador y reproductor de valores presentes en las sociedades y que debe destinar un espacio para la educación en valores. Los valores deben estar definidos en el PEI (Proyecto Educativo Institucional), con los cuales la institución se identifica y plantea desarrollarlos.
Más concretamente los valores se hacen presentes en el aula mediante los temas transversales, estos temas transversales van a responder a realidades o necesidades que tienen una muy especial relevancia para la vida de las personas y la construcción de la sociedad, como hechos dicho los temas transversales es una propuesta curricular concreta.
En el diseño curricular, la educación en valores se encuentra en los objetivos de enseñanza generales, esta educación es abierta y flexible, es abierta porque cada profesor en su centro la define y una vez tomada la decisión debe ir en el PEI y en el PCCE (Proyecto Curricular del Centro Educativo).
Los valores también se muestra en los contenidos actitudinales por ello se encuentran en cada sesión de aprendizaje.
Como dijimos anteriormente los temas transversales entran de lleno en la educación en valores, hablar de temas transversales es hablar de valores y debe estar expresado en el PEI como los objetivos generales de la etapa, estos temas transversales van a responder a problemas en el ámbito social y requieren una respuesta educativa.


El papel de la escuela consiste en acoger y tratar en las aulas aquellos conflictos que en el momento actual constituyen ámbitos prioritarios de preocupación social.


¿EN QUÉ ÁMBITOS O FORMAS SE PUEDEN DESARROLLAR LOS VALORES EN LA ESCUELA?
a. Educación formal.- Los valores están incorporados en la eficiencia o improductividad del Servicio Educativo, el cumplimiento o incumplimiento, la exigencia o la laxitud con que se instrumentan las actividades formales en la educación.
b Educación informal.- Los valores se brindan de una manera casual y no deliberada, no parte del programa, ni del contenido, ni de la materia es un estilo personal de enseñar y la convivencia maestro-alumno (manera de asesorar, motivar, entusiasmar) es la singularidad del profesor.
c. La cultura de la escuela.- Las organizaciones poseen una cultura o estilo organizacionales por los valores, prácticas y reglamentos que poseen (tradiciones, rituales, creencias), es un estilo de vida de la organización en el aspecto administrativo, laboral y sindical.
d. Actividades extraacadémicas.- Tareas deportivas, sociales, culturales; en esta convivencia se imparte valores; forman parte de un programa intencional y deliberado; las tareas disciplinarias incorporan orden, respeto, tolerancia; se lleva a de una manera significativa.
e. Participación cívica.- La escuela tiene la responsabilidad de prolongar fuera de escuela la educación moral y propiciar actividades que tengan trascendencia social, como por ejemplo implicarse en proyectos sociales que asuman responsabilidades como ONG, programas asistenciales, animaciones socioculturales, campañas; celebraciones de semanas temáticas que intentan potenciar el compromiso social del centro (solidaridad, paz, etc.) Organización de talleres, debates, conciertos, campañas para recoger ayuda económica o material destinado a zonas marginales.
f. Función tutorial .- Es un carácter personalizado de la educación, busca facilitar la integración de los alumnos en el grupo, el desarrollo de su personalidad, autorespeto y respeto hacia los demás, lo realiza a través de actividades, las entrevistas individuales con los alumnos y sus familias; la forma más colectiva es la organización de actividades que fomenta la convivencia y participación (excursiones, campañas o visitas culturales).
g. Los programas de valores.- Es deliberado y organizado, puede ir desde un ciclo de conferencias hasta el diseño de ciertas prácticas en las sesiones de clase (creatividad para una estrategia educativa). Los valores que se pueden desarrollar son la libertad, justicia, solidaridad, igualdad, responsabilidad y honestidad.


www.monografias.com/.../educacion-en-valores/educacion-en-valores.shtml








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